Licurgo
Los espartanos del siglo VIII son ya conscientes del marco sociopolítico que les rodea. Es el tiempo en que las riquezas del comercio fluyen ya con generosidad por la Hélade, en que las colonias se multiplican. El sinecismo común a toda Grecia se esta terminando de completar, y pequeñas colonias de laconios se han asentado en la vecina Mesenia. La conciencia del esfuerzo colectivo poco a poco se está haciendo patente. El ejercito hoplítico, aun sin configurarse del todo, esta transformando el orden de las cosas. Ya no son importantes los hippéis (caballeros), los antiguos conductores de carros micénicos, la aristocracia más selecta. Ahora la infantería, todo aquel que pueda tener una hopla (equipamiento del hoplita), es importante. La amplitud, pues, de gente en gran medida útil a la polis, hace que los derechos y obligaciones, la participación en suma, se multiplique. Es lo que se viene a llamar isonomía, o igualdad de derechos ante la ley. Y este será el terreno abonado para que, ya en el siglo VI, surja ese concepto en toda su fuerza unido a otro de gran importancia, la eunomía.
Todo ello, sumado a otros aspectos y acontecimientos, hace que se necesite una normativa desde la cual ordenar los nuevos asuntos. Uno de esos acontecimientos sería la primera guerra de Mesenia, que reportaría condiciones muy ventajosas para el desarrollo de Esparta.
El nuevo sistema político espartano, así como el educativo, se atribuyen al mítico Licurgo en el siglo VII a. C. (aunque Plutarco lo sitúa entre el IX y el VIII a. C.). Era éste tío y regente del rey Leobotas de Esparta. Habiendo consultado en Delfos a la Pitia, fue llamado por ésta "dios más que hombre" y recibió un oráculo aprobatorio para la futura constitución de la ciudad, la "Gran Retra", al parecer muy inspirada en la legislación cretense. La Gran Retra fue probablemente no escrita y debió elaborarse a lo largo de las guerras mesenias, que hicieron entrar en crisis a la aristocracia y a la ciudad entera. A fin de garantizar su subsistencia se instituyó la “eunomia” o igualdad de todos ante la ley, con el propósito de eliminar privilegios y descontentos. Pero, a diferencia de Atenas, la eunomia espartana era sinónimo de una enorme disciplina. Todos los miembros de la ciudad hubieron de hacer sacrificios: la corona, la aristocracia y el pueblo. El sistema de Licurgo busca una simbiosis en la que coexisten los diversos sistemas políticos conocidos en el ámbito griego: la monarquía (hay dos reyes), la oligarquía (se establece una “gerusía” o consejo de ancianos), la tiranía (con el consejo de gobierno de los “éforos”) y la democracia (hay una asamblea popular).
Pero también tiene connotaciones culturales, a parte de las administrativas y legislativas. Se le hace partícipe de la fundación, recuerden, allá por el año 776 a. C., de los Juegos Olímpicos y es el que introduce los poemas homéricos.
|