Eran los descendientes de los guerreros dorios. Varones mayores de 30 años que disfrutaban de sus derechos y, por lo tanto, constituían el cuerpo cívico de la ciudad, la politeuma. Era un espartiata que ha pasado la educación espartana y no ha perdido sus derechos por perder su kleros, mostrar cobardía, cometer delitos o no contribuir en las syssitíai. Vivían exclusivamente en Esparta y Amiclas.
Accedían a la ciudadanía a través de un proceso educativo muy selectivo (agogé). A la edad de 30 años, con la entrada del espartano en la Asamblea de Ciudadanos (Apella) se completaban los pasos previos a la adquisición de todos los derechos.
El espartiata se dedicaba con exclusividad al oficio de las armas, algo que se consigue merced a que sus necesidades económicas se encontraban cubiertas a través del usufructo de un lote de tierras (kleros) que se le asignaba personalmente. El espartiata dedicaba las mañanas al ejercicio físico y las tardes a las comidas comunales (syssitíai). Es aquí donde se manifestaba el ideal igualitario; tanto en la igualdad de comportamiento como en la igualdad en las aportaciones económicas (que eran mensuales). Los comensales de cada una de ellas era de 15 y cumplía, entre otras, una función militar; de cohesión entre los miembros del a falange hoplita.
Cada homoioi tenía tiempo libre para ejercitarse en el gimnasio e ir de caza. Vestían con sobriedad y modestia, sin adorno alguno. Era característico su peinado, una larga cabellera signo de su condición de libertad. Las mujeres y los niños debían llevarlo corto. También era costumbre llevar barba pero rasurarse el bigote. En el campo de batalla visten capas púrpuras (stolaí phoinikídes) que provocaban pavor en el enemigo. Un rito antes de empezar la batalla era untarse el cuerpo en aceite y lustrar sus armas a la vez que peinaban cuidadosamente su pelo.
El mayor problema con que se encontró Esparta tenía su origen en lo restrictivo de su ciudadanía: la carencia endémica de ciudadanos. El número de “iguales” fue descendiendo desde el siglo VIII a. C., fenómeno conocido como oliganthropía. La oliganthropía es debido a la alta mortandad derivada de la situación constante de guerra, el seísmo del 464, homosexualidad extendida, matrimonios tardíos, eugenesia y endogamia. Por último es muy importante tener en cuenta que tras la Guerra del Peloponeso se enriquecen unos pocos a costa del empobrecimiento general, que irán perdiendo la ciudadanía al tener que vender sus tierras. Se intenta otorgar privilegios a los espartiatas con más de 3 hijos.
No se grababan los nombres en las tumbas para destacar la uniformidad social. Pese a esta fachada de pseudocomunismo las diferencias existían, simplemente con ver los aristócratas llamados kaloikagathoí (“los bellos y buenos”) elegidos para la Gerusía. También se distinguen aquellos que han demostrado su valentía en el campo de batalla o su excelencia en las competiciones atléticas. Otra distinción dentro de los homoioi es la de los llamados hippeis, la guardia real.
Cuando el homoios muere, su kléros pasa a los hijos e hijas en calidad igual entre hijos y la mitad a las féminas. Por esta razón, y por aparecer desnudas, recibir formación filosófica y ejercitarse en los gimnasios, los griegos veían escandalizados esta inhabitual libertad. Pero para Esparta la mujer era ante todo la que debía engendrar varones fuertes. Hasta tal punto se la consideraba esencial, que su muerte en el parto tiene el mismo significado que la kalós thanatos o muerte heroica en combate.
Eran los habitantes de las ciudades costeras y de algunos asentamientos tierra adentro de Laconia conquistados por los espartanos pero no reducidos a la condición de hilotas. Los perioikos eran hombres libres que tenían ciertos derechos, a excepción de los políticos.
Vivían y cultivaban sus tierras en asentamientos (poleis) sometidos a la autoridad de Esparta, alejados del núcleo central espartano en torno al Eurotas, donde se situaban los kléros cultivados por los hilotas. La tierra en que vivían podía ser comprada y vendida, pues no pertenecía al estado. Dependiendo de la ubicación de los asentamientos, su actividad variaba, aunque las principales serán la artesanía y al comercio (también se dedicaban a la agricultura y la ganadería).
Los núcleos de población de los perioikos llegaron a desarrollar cierta autonomía. El control de los perioikos está en manos de magistrados espartanos, los harmostes. Había veinte harmostes, uno por cada división del territorio perioiko. No se encuentra registrada ninguna rebelión o sublevación protagonizada por los perioikos, por lo que cabe deducir que su posición en el estado espartano era llevadera.
Los perioikos tenían varias obligaciones hacia el estado: fundamentalmente en el servicio militar (los periecos debían proporcionar contingentes de hoplitas que combatían junto a los espartanos aunque en unidades separadas; también formaban la tripulación de la escasa marina espartana), la manufactura de algunos artículos y el pago de tributos (los mismos que los ciudadanos espartanos). Podían desempeñar cargos de importancia y responsabilidad dentro del ejército, como el perioiko Diníada que aparece al mando de una de la flota peloponesia. Podían incluso participar en los Juegos Olímpicos y poseer esclavos, pero no podían casarte con ninguna espartana.
Hilotas: Esclavos del Estado
El Hilota era el siervo de Esparta. Considerados originarios de Mesenia, en el suroeste del Peloponeso, eran esclavos públicos, propiedad del Estado espartano, formando parte integrante de los bienes rurales de los homoioi.
Esta «servidumbre» se constituyó después de la conquista de Mesenia. Los campesinos laconios y mesenios fueron asignados a la tierra que originariamente les perteneció. Esta tierra fue parcelada en lotes (kléros) que se entregaban en usufructo a los ciudadanos (tanto las tierras como los hilotas que las trabajaban pertenecían al Estado, por lo que el ciudadano para el que trabajaban no podía liberarles).
Los hilotas espartanos estaban en relación directa con un ciudadano particular de Esparta, en cuyo kleros estaban trabajando. Cada klêros era cultivado por varias familias de hilotas bajo el control de funcionarios designados por el Estado espartano. Tenían que entregar parte de la cosecha a la familia usufructaria del klêros, apophora, quedando el resto a su disposición. Un detalle importante es que los hilotas eran poseedores de los medios de producción que usaban (aperos, ganado y enseres domésticos), lo cual les diferencia del resto de esclavos griegos.
El antagonismo entre hilotas y espartanos constituyó siempre una constante de la política interior y exterior del Estado espartano. Unos y otros vivían en una situación de continua tensión. Los hilotas mantenían a los espartanos bajo la constante amenaza de la revuelta. Hay que tener en cuenta que los hilotas sobrepasaban en número a los ciudadanos en una proporción de veinte a uno, y que eran el núcleo de la producción agrícola espartana.
Por otra parte, los espartanos, temiento tal rebelión, dudaban siempre en embarcarse en campañas militares que les llevasen fuera de Esparta. Además, para mantener sojuzgados a los hilotas, habían institucionalizado la krypteía. Cada año, los éforos declaraban la guerra a los hilotas. Los jóvenes espartanos, en su formación como guerreros, se dispersaban por las regiones rurales donde vivían los hilotas y atacaban, durante la noche, los poblados hilotas para matar a los contestatarios y posibles cabecillas.
A pesar de todo, como consecuencia de la angustiosa necesidad de Esparta de ciudadanos, la presencia en el ejército espartano de hilotas fue cada vez más frecuente. Eran obligados, en algunos casos, a participar en las campañas militares en calidad de remeros en la flota, porteadores, auxiliares e incluso como infantería ligera. Durante la Guerra del Peloponeso, incluso lucharon como infantería pesada (hoplitas). Los hilotas que se distinguían en batalla podían ser incluso liberados (los neodamodes).