La Educación Espartana
 
La Educación Espartana

Desde los siglos VIII al VII a. C., la educación espartana se consagra al dominio de las armas. Los jóvenes espartanos no debían buscar ya, como en los siglos anteriores, su gloria personal (ideal homérico), sino la colectiva, la victoria de la ciudad. 
      “Es bello morir, en primera línea, como valiente que lucha por su patria” (Tirteo).

A partir del siglo VI (hacia el 550 a. C.), la educación cambia de naturaleza. Se convertirá en la agogé: un sistema educativo profundamente original en su época por sus características:

  1. Obligatorio: constituye un requisito indispensable para la plena ciudadanía.
  2. Colectivo: frente a la educación personalizada con un preceptor esclavo, al estilo de otras ciudades griegas, la agogé se estructura en etapas para grupos de niños de edad similar.
  3. Organizado por el Estado: es el propio gobierno de la ciudad el que gestiona la educación pública como una de sus principales misiones.

Era un instrumento cuya finalidad consistía en la formación de excelentes soldados; condicionado por el hecho de que la táctica hoplítica exigía la fuerza necesaria para manejar el armamento propio y superar la conciencia individual para acomodarse a los requisitos de una formación cerrada y compacta como la de la falange.

Las diferentes etapas de la Agogé se podrían relacionar del siguiente modo:

  1. Esparta implantó una estricta eugenesia destinada a conseguir niños sanos y fuertes. Una delegación de ancianos decidía si el niño recién nacido era apto o no para seguir los pasos que le llevarían a ser un espartiata de pleno derecho: si no era apto se le se le llevaba al Apóthetas, una zona barrancosa al pie del Taigeto, donde se le arrojaba o abandonaba en una cima. Se buscaba eliminar así toda boca improductiva. Si el niño (o la niña) superaba la prueba, era confiado a su familia para que lo criase.
  2. A partir de los siete años de edad todos los niños, exceptuados los herederos reales, comenzaban una educación organizada por el Estado. Los niños eran encuadrados en destacamentos especiales llamados Agelai (literalmente “rebaños”), bajo el mando de un jefe (irén, diecinueve años cumplidos), supervisados por magistrados (paidónomos) y castigados por otros jóvenes de mayor edad (magistoforos; los portadores del látigo), los que, mediante un riguroso adiestramiento, trataban de hacer de los niños buenos guerreros. En su educación y enseñanza se ponía énfasisen la disciplina, la obediencia ciega y la rivalidad con sus iguales. El primer puesto correspondía a los ejercicios gimnásticos: lucha, carrera, lanzamiento de disco y jabalina, etc., que contribuyen al desarrollo físico de los niños. Para endurecerles, se les acostumbraba a caminar con los pies desnudos y casi sin vestidos en todas las estaciones del año. Además, se les enseñaba a robar y se les castigaba si les cogían, no por robar, sino por dejarse coger.
  3. A los catorce años, los adolescentes pasaban a formar parte de diferentes grupos que recibían los siguientes nombres:

    • De los 14 a los 17 años se les consideraban Eirenes: El rigor en la educación era reforzado. Se intensifican las privaciones e inclemencias a que venían siendo sometidos. Se les da una dieta deliberadamente insuficiente para incitarlos a robar comida, y los que eran sorprendidos recibían duros castigos para que aprendieran a mejorar sus habilidades. Además, se les enseña a expresar sus ideas y deseos de la forma más breve posible, “lacónicamente”, como correspondía a un buen soldado.
    • A los 18 años pasaban a ser Efebos: Dirigían grupos más jóvenes actuando como jefes, magistrados o castigándolos. Para entrenar el físico, aparte de los castigos y prácticas comentadas con anterioridad, lo más frecuente era apalearlos. La finalidad de este ejercicio era, para el que apaleaban, aprender a aguantar y soportar mejor el dolor. Para los que golpeaban, era no detenerse ni vacilar en el ataque aún cuando se sentía el terrible dolor que estaba sufriendo el enemigo. Y en tercer y último lugar, los que sujetaban, la finalidad era que aunque viesen sufrir o incluso morir a sus compañeros en combate no vacilasen y continuasen con la misión que les había sido encomendada por sus superiores. Además, entraban a formar parte de la Krypteia. Cada año los éforos espartanos, declaraban la guerra a los ilotas y enviaban a los jóvenes al campo provistos sólo de un puñal y la comida indispensable, descalzos y sin ropa de abrigo. Durante el día permanecían escondidos; al llegar la noche, bajaban a los caminos y a las granjas, mataban a todos los ilotas que se encontraran, incluidos los más fuertes, y robaban la comida que necesitaban.
  4. A los veinte años, los que habían superado los grados de la agogé, obtenían el equipo completo de hoplita, ingresaban en los syssitia (comidas comunales: en ellas permanecerá de por vida) y pasaban a formar parte de la comunidad de los guerreros. Formaban parte del estado como ciudadano de hecho, pero no de derecho pues todavía no poseían derechos políticos. 
La Educación de las niñas

La educación de las niñas estaba también bajo control del Estado. Tenía por objetivo el armonioso desarrollo de las futuras madres de una prole sana. Aprendían danza, música y canto; realizaban ejercicios gimnásticos, mezcladas con los muchachos y, como ellos, se ejercitaban desnudas –hecho que solía escandalizar a los observadores extranjeros. Mientras que en el resto de Grecia las mujeres vivían recluidas, en Esparta eran educadas igual que los hombres y disfrutaban de una libertad bastante grande, así como del respeto de los espartiatas. Sin embargo, al igual que en toda Grecia, las mujeres espartanas carecían de derechos políticos.

 
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